Graciela Naum ha construido una carrera de treinta años en el diseño de indumentaria. Con cuatro locales, telas provenientes de las mejores ferias europeas, diseños clásicos y actuales, se posiciona fuerte en el mercado. En esta charla con BA MAG, habla de su trabajo, lo que la inspira y opina sobre la moda actual.
Txt: Eliana Gimenez
Ph: Belen Groso
Un día, Graciela Naum hizo un enterito para uno de sus hijos. Al verlo, sus amigas quedaron encantadas con el modelo y le pidieron que haga algunos para ellas. Más tarde, ofreció prendas en un local de Córdoba, donde entonces vivía. La ropa para chicos pasó a ser para adolescentes y para hombres.
Luego de doce años de vivir en Córdoba se mudó con su familia a Buenos Aires, donde empezó con ropa para mujeres. “Y de repente te das cuenta de que tenés una empresa con mucha gente a tu cargo que depende de vos”, cuenta Naum en su oficina de Palermo Viejo llena de libros, fotografías y mucha luz natural.
Ahora, la marca que lleva su nombre cumple treinta años. Tiene cuatro locales y una gran clientela a la que la Reina Máxima Zorreguieta perteneció cuando era princesa de Holanda.
Desde su espacio de trabajo diario, Graciela sonríe fácilmente y habla con pasión de su profesión, siempre resaltando que todo se fue dando y que nunca se planteó ser diseñadora.
Cuándo tus hijos eran chicos, ¿te costaba equilibrar la familia y el trabajo?
Siempre tuve la suerte de trabajar de forma independiente, agradezco muchísimo haberme animado a tener mi propio emprendimiento. Lo único que me pasaba era que me cansaba muchísimo, pero estoy contenta de haberlo podido hacer. Mis hijos son muy seguidos, se llevan un año y medio cada uno. A mí me encantan los chicos, me divierto muchos con ellos, me gusta jugar, nunca me pesó eso. Más que estar cansada, nada grave. Ellos siempre me ayudaron, el trabajo y mi familia estuvieron siempre mezclados.
Cuando vas a comprar en ferias como Premier Visión y Milano Única, ¿las telas te inspiran diseños o vas con ideas pensadas?
Las dos cosas. Primero vamos a Londres, porque considero que es un lugar de compra de lujo en el mundo. Podés ver las colecciones de muchos diseñadores casi completas y me encanta ver a la gente en la calle. Son como desenfadados, irreverentes y mezclan las cosas de una forma que ni siquiera se te ocurriría. Nos parece muy enriquecedor ver las colecciones puestas en la calle usadas por gente real. Después vamos a las ferias y compramos los géneros. Con la excelente variedad que hay, los ves y se te van ocurriendo combinaciones, modelos, siluetas. Es un trabajo arduo, llevás un archivo de Excel con lo que necesitas en cuanto al formato de la colección que tenés armada para la próxima temporada, con la cantidad de metros que tenés que comprar, la cantidad de variantes y de colores. Es todo un proceso. Es mucha responsabilidad porque de ese viaje de dos semanas depende toda la temporada. Pero también es muy energizante, tiene mucha adrenalina.
¿En qué piensan a la hora de crear nuevos diseños?
Pensamos mucho en la clienta. Siempre tengo como referencia dos o tres clientas amigas y sus hijas que me sirven de inspiración. Pienso adónde van, qué hacen, qué se pondrían, cómo lo usarían. Pienso en una mujer muy activa, con bastante vida social, pero con los pies en la tierra. Con ropa súper actual y reminiscencia clásica, a veces tanto que es híper moderna. Estamos atentos al calce, a que la forma ayude a la silueta, a la solidez de una prenda y a que sea femenina. Me gusta que el interior sea impecable, estoy muy pendiente de los hilos, las combinaciones, los ojales, la entretela que uso. Trato de ser lo más honesta que puedo y si algo no es bueno para mí, no lo doy.
¿Qué diseñadores internacionales te gustan?
Hay pequeñas cosas de cada colección que me gustan, pero no hay una que me parezca diez puntos. Es muy difícil para mí encontrar una marca que me guste en su totalidad. Me parece muy inspirador Céline, la marroquinería y zapatos de Marni y diseñadores italianos híper sofisticados a nivel textura como Loro Piana, Agnona, Aspesi, Cucinelli. Exquisitos en cuanto a confección y al uso de los materiales. Yo tengo pasión por el producto, por el género. Quiero que se disfrute cómo se arruga un lino puro, producir esa dulzura de un ‘cashemere’ cuando te abraza.
¿Qué es lo que más te gusta diseñar?
Abrigos. La sastrería. Porque me parece que parte por ahí. Podés tener un excelente equipo, vestido, pantalón, al que le tirás encima el abrigo y lo terminás de completar. Con eso le das el sello, le pones la llave. Hoy en día, un buen jean también le da personalidad a un equipo. Te podés poner un blazer de ‘cashemere’, una camisa de seda y un jean hecho bolsa con unos zapatos muy personales. La moda va por un camino de mucha libertad y donde podés usar tu personalidad para lookearlo.
¿Cuál crees que es hoy el rol de la mujer?
Básicamente, creo que tiene que hacer lo que la haga sentir bien. Es muy importante para una mujer encontrar algo así, que la haga pensar que sus hijos y su marido son una parte de su vida, que el trabajo es otra y sus amigas, otra. La vida está compuesta por muchas partes, hay que encontrar la que te haga disfrutarla, te alegre y te haga sentir útil. Hay mujeres que lo pasan bien, no tienen necesidad de salir a trabajar y les encanta estar en su casa. Tengo muchísimas amigas que han hecho eso y están bárbaras. Tengo otro grupo en el que todas trabajamos, tenemos empresas y no nos imaginamos sin haberlo hecho.
Si tuvieras que elegir una enseñanza que tu trabajo te haya dejado, ¿cuál sería?
Siempre creer en lo que hacés es algo bueno. Querer a tu producto y a tu cliente, respetarlos. Establecer relaciones de respeto y de confianza con la gente que trabaja con vos. A lo largo de toda una trayectoria comercial, ellos son tus socios. Hay momentos en los que necesitan tu ayuda y se la das, hay otros en que es al revés y te salvan una temporada. Eso no se gana con plata. Una trayectoria de respeto y confianza con mi gente, mis productos, mis clientas es algo que me ha traído muchísima satisfacción. Trabajar con alegría y junto a un equipo armónico donde no haya celos ni falsos egos hace que las cosas vayan bien. Hay que escuchar a la gente que sabe más que uno y pensar en el proyecto para así poder ir adelante.