La nueva invasión japonesa a Occidente se llama Wabi-Sabi. Es la gran tendencia del diseño 2018. Para sus seguidores, más que un movimiento de moda, apunta a un estilo de vida en conexión con los ciclos de la naturaleza. Reivindica la sencillez, la imperfección y las huellas que escribe el tiempo en las casas.
Txt: Dolores Vidal Ph: Gentileza Thiarak, Landmark y Huitrú
La belleza de lo esencial. Así se puede resumir la tendencia Wabi-Sabi, una nueva influencia cultural y estética del Japón en Occidente, después del desembarco masivo del sushi a comienzos del milenio. Es un concepto que nace de la filosofía budista zen: nada es perfecto, nada es permanente y nada está completo. Llevado al terreno visual del diseño, se traduce en rescatar el encanto de los muebles antiguos, la madera gastada, las fibras vegetales, los tejidos y los objetos artesanales que cuentan una historia.
El término Wabi-Sabi no tiene traducción exacta. De manera rápida se lo asocia con el wasabi, el picante verde que se le pone al sushi. En realidad, la palabra wabi apela a la soledad y la armonía de vivir en la naturaleza y sabi, al paso del tiempo, la oxidación, aquello que se marchita.
Una de las primeras ‘influencers’ en dar a conocer la tendencia fue Julie Pointer Adams, autora del libro “Wabi-Sabi Welcome”, que muestra casas inspiradas en esta corriente estética en lugares como Japón, Francia, Italia y California, entre otros. “En un mundo tan visual como el que vivimos, optar por un modo de vida que no solo acepta, sino que abraza la imperfección es muy liberador”, sostiene Julie en su blog: juliepointer.com.
Del universo del diseño, dos exponentes de la tendencia en Occidente que ayudaron a difundirla, son el arquitecto japonés Tatsuro Miki y el diseñador belga Axel Vervoodt, quienes crearon bajo las consignas del Wabi-Sabi, un interesante Penthouse en The Greenwich Hotel de Tribeca, Nueva York. Sensible y, al mismo tiempo, impactante por su concepto estético, regala una atmósfera cálida de gran sensualidad, que se sustenta en materiales como la madera, el algodón y la piedra. Texturas auténticas, alejadas del brillo y de todo vestigio plástico.
Otro representante prestigioso y con fama mundial es el arquitecto japonés Tadao Ando, que diseñó Casa Wabi cerca de Puerto Escondido, en México. Una residencia para artistas, donde el ganador del premio Pritzker da cátedra de la estética nipona en la concepción de los espacios, el manejo de la luz y el uso de materiales simples.
Elogio de la imperfección
El estilo Wabi-Sabi, en versión occidental, propone interiores donde el tiempo haya dejado su huella. Celebra los metales oxidados, las maderas con marcas, los géneros arrugados y los muebles viejos con un pasado que no se esconde. Es una deco sin botox.
Propone disfrutar la casa como un refugio para sus habitantes. No como una vidriera en exposición. Es la antítesis del diseño ostentoso y del consumismo masivo. Aquí, ningún material se maquilla ni pretende ser otra cosa de lo que es. Ganan los tejidos naturales y los detalles únicos, creados en forma artesanal. La autenticidad es la trama que da sentido a la propuesta estética.
La paleta Wabi-Sabi de colores remite a la naturaleza: gris piedra, arena, blanco nieve, verde olivo y azul turquesa. Únicos para transmitir energía vital a los espacios. Y en cuanto a los materiales, son protagonistas aquellos que gozan de buena vejez. La madera, la cerámica, el algodón, la piedra, el lino, la lana y las fibras vegetales como el mimbre y rattán. Los objetos artesanales, trabajados con las manos de manera imperfecta, aportan humanismo a los espacios interiores.
Bajo esta consigna, la cerámica tiene un lugar de privilegio. Recién llegada de Japón, la ceramista Karina Contini de Thiarak, cuenta que allí se valoran mucho las piezas de cerámica “por el tiempo, amor y dedicación que llevan”. Una taza, por ejemplo, puede costar 50 dólares. “Lo artesanal supera a lo masivo, es mi lema favorito –agrega Karina-. La cerámica artesanal hoy ganó prestigio en Buenos Aires y en todos lados. Yo siempre cuento la historia que hay detrás de cada una de mis creaciones para que la gente aprenda a valorarlas. Una ensaladera puede llevarme 8 horas sin contar el tiempo en el horno. Hoy trabajo la vajilla en dos líneas: escamas y puntillas antiguas. Para mí agrego valor afectivo al sumar estos bordados que me traen y pertenecieron a alguna abuela. Gracias a una técnica, que fui desarrollando, imprimo la puntilla sobre la pasta con una máquina parecida a la de hacer fideos”, explica. Su vajilla de cerámica puede compartir una mesa en total armonía con platos antiguos heredados o rescatados en un mercado de pulgas.
El Wabi-Sabi es un antídoto contra el perfeccionismo contemporáneo. Invita a relajarse. Una forma liberadora de vivir y sentir la casa. Cuando lo imperfecto se vuelve perfecto.
+info
Thiarak (cerámicas)
IG: @thiarak. Fb: facebook.com/ThiaraK
Vende en Agustina Cerato: Arenales 1257 y Migueletes 925, CABA
Landmark
landmark.com.ar
Arenales 1251, CABA
Huitrú (textiles)
huitru.com