Wine bars al final del día

Una nueva generación de locales y eventos especializados tiene al vino como su producto principal; ya sea por copa o por botella, se amplían las opciones para redescubrir la bebida nacional sin exigencias de saber.

Txt: Nicolás de la Barrera Ph: Gentileza bares

Fue hace no tanto tiempo que en los programas de televisión, en los medios periodísticos de gastronomía o en una simple charla entre amigos, cierto lenguaje asociado a las características de los vinos llegó a oídos de todos, al mismo tiempo que las catas se imponían como una actividad a indagar (o una moda a la cual subirse). De un momento a otro, muchas personas comenzaron a describir a un vino como “voluptuoso”, otro pasó a ser resaltado por su acidez, a un tercero se lo destacó por su “evolución” y se habló de sus taninos y, por supuesto, de todos se hizo referencia a las frutas que representan.

Sin embargo, hoy no son pocos los especialistas en vino que creen que ese furor por encontrar las palabras justas, y anteriormente reservadas a entendidos en tintos o blancos, más que atraer, alejaron a la mayoría de las personas del vino. ¿Había que hacer un curso para disfrutar completamente de la bebida nacional argentina? El mensaje, en ocasiones, daba a entender que sí, porque de lo contrario no iban a poder apreciarse todas las características del vino. Por parte del público, lo que ocurrió fue un salto hacia un sendero distinto y hoy, las cervecerías artesanales brillan por su convocatoria. Pero en medio de ese gran fenómeno, un grupo de ‘sommeliers’ y empresarios entendieron que era hora de relajar las exigencias en torno al vino y, por qué no, dejar que la gente simplemente disfrute de un malbec o de un ‘pinot noir’ sin mucho más. Es así como llegó una nueva generación de ‘wine bars’: bares en donde el vino es la figura -sin cátedras de por medio-, y en donde predomina un ambiente descontracturado.

 

Tecnología al servicio del vino

En Vico, por las noches, un público diverso (hay parejas y grupos de amigos jóvenes y más grandes también) puede explorar algunas de las 140 etiquetas, entre nacionales y un grupo de importadas, que están a disposición para probar por copa. Pero el segundo atractivo del lugar son sus 18 máquinas WineEmotion, en donde se almacenan los vinos y que funcionan como ‘dispensers’: de cada una de ellas las personas pueden cargar sus copas a partir de tres medidas: 35ml, 75ml y 150ml. El sistema, que permite una mejor conservación, es sencillo: el lugar le otorga a cada cliente una tarjeta que debe ser introducida en la máquina expendedora del vino. Cuando esto se hace, se activa un ‘display’ en la máquina que informa el precio por cada medida según el vino que se elija. Solo bastará con apretar un botón para que la copa se cargue de acuerdo a lo indicado antes. Al final, todo lo consumido, y el gasto hecho, estarán en la tarjeta.

“Lo que tratamos de plantear es una experiencia que tenga al vino como principal actor. Con estos ‘dispensers’, que son de tecnología italiana, nace la idea. El creador recorría varios ‘wine bars’ del mundo y veía que muchos vinos se echaban a perder rápidamente. Entonces lo que está bueno de estas máquinas es que no solo sirven tres medidas de vino diferentes, sino que lo conservan durante más de tres semanas”, explica Gustavo Radiciotti, uno de los cinco ‘sommeliers’ de Vico, todos bajo la orden de Pablo Colina, también ‘sommelier’ y uno de los responsables del lugar.

Solo hay que estar unos minutos en Vico para ver cómo se generan charlas frente a las máquinas de acero inoxidable mientras se elige qué vino probar, ya sea de bodegas grandes y conocidas, como también de proyectos más pequeños que, se sabe, muchas veces logran vinos de gran calidad. “Lo que se buscó es descontracturar el ambiente del vino y que sea algo lúdico”, apunta Radiciotti.

La gastronomía del lugar es otro punto fuerte: con una carta orientada a que se puedan probar tantas copas como “raciones” sean posibles, hay selección de quesos y fiambres, y se destacan platos como el cordero braseado -por varias horas- con ñoquicitos de queso manchego, o unas mollejas crocantes con una salsa criolla de peras y pepino, más una emulsión de zanahorias y jengjibre. Hay también dulces, como las peras en vino tinto especiado.

Un ‘wine bar pop-up’

Una vez al mes, Come Wine With Us desembarca en un bar o restaurante para ofrecer allí 12, 14 o 16 etiquetas de vino. Puede variar el número, pero lo que no cambia es la idea que manejan las ‘sommeliers’ Sorrel Moseley-Williams y Eugenia Villar, creadoras del ‘wine bar’ itinerante. “Lo que buscamos fue hacer un espacio diferente en torno al vino, pero que no fuera lo convencional, como una cata o una feria y queríamos acercarnos a otro público, no al mismo que va a este tipo de eventos, que ya tiene una cierta inclinación o fascinación por el vino”, cuenta Villar.

Muchos de los ‘winelovers’, como ellas llaman al público del evento, aún no están inmersos en los secretos vínicos, pero eso no es vital, ya que solo se trata de pasar el tiempo en un ‘after office’ relajado para beber vinos por copa. “Es una estrategia para motivar al consumidor a no encasillarse con una sola etiqueta”, explica Villar.

“Salimos un poco del malbec, y tratamos siempre de tener cepas no tradicionales. Si ponemos un bonarda, que sea de diferentes zonas para que los pueden comparar. Si ponemos blancos, que sean diferentes tipos de blancos, y salimos del ‘chardonay’ y del torrentés, y entonces nos vamos por un ‘sauvignon’, nos vamos por un ‘pinot grigio’. Preferimos que la gente aprenda del vino de esa forma”, agrega la ‘sommelier’.

Si bien no hay nada estructurado, los vinos sí están agrupados -según sus características, intensidad y valor en el mercado- para que puedan ser degustados siguiendo la recomendación de las especialistas. “Se pueden repetir obviamente las copas, pero nuestra idea es motivar a la gente a animarse a probar otra cepa, otras zonas, sacarlos de Mendoza. Nos gusta tener diferentes regiones del país”, dice Villar.

La elección de los vinos suele cambiar con cada evento, como así también las comidas que se sirven para picar, que dependen del lugar en donde desembarque el ‘wine bar’. Los restaurantes Ser y Tiempo, Treintasillas y 416 Snack bar ya fueron sede de Come Wine, y aportaron platos de sus cartas.

 

El templo del malbec

Con más de 200 etiquetas, La Malbequería es de esos lugares soñados para los amantes de esta variedad. Pero aparte de este auténtico reservorio de malbecs, el lugar es también un gran refugio para el final del día y más si se quiere terminar con una copa de vino.

El espacio es un jardín en medio de una casona, con mesas comunales y tradicionales: allí la tranquilidad es el denominador común. La Malbequería, al estar conectada con el clásico restaurante Lo de Jesús (ambos lugares responden a los mismos propietarios) se puede ordenar algo de carne, aunque, si lo que si se busca es acompañar un buen vino (ya sea por copa o la botella), también se puede pedir una tortilla, empanaditas, alguna porción de jamón crudo o una tabla de quesos. Estas alternativas no pasan desapercibidas al final de la jornada laboral y es un buen programa para un público no habituado a los rituales vínicos, explica Juan Pablo Caorsi, gerente del lugar. “Hay una tendencia de la gente joven, pongamos un rango de entre 28 y 38 años, que quizá en otro momento no eran tan consumidores de vino y por ahí sí de cerveza o tragos, y que, hoy por hoy, se están animando más a consumir vinos. Por otro lado, se está abriendo una franja nueva de consumo, que es el ‘after office’. Se da mucho en gente también de otras edades que se acercan a tomar vino con una tabla de quesos o con una picadita y después se quedan a comer o se van a cenar a otro lado”, detalla Caorsi.

 

Jazz y copas

De día, es una gran cafetería palermitana de especialidad, pero de forma mensual, por la noche, todo se transforma en un ‘wine bar’ relajado, en donde el vino se toma con jazz en vivo de fondo. Serendipity, el proyecto del venezolano Daniel Capriles Medina parte, simplemente, de su gusto por el vino. Serendipia es el nombre que le pusieron a esas veladas en las que se puede consumir por botella o por copa, y combinar con aceitunas, carpaccio de lomo, una tabla de quesos, arepas e incluso chocolate.

Pero, más allá de estas noches especiales, a diario, de 17 a 19hs. también se puede aprovechar un ‘happy hour’ para disfrutar una amplia gama de cepas y conocer la galería de arte con la que cuenta el lugar.

Sin caer en lecciones de consumo, en ambientes informales pero al mismo tiempo cuidados, los ‘wine bars’ renuevan la lista de alternativas para salir a tomar algo. Cuando la tendencia de consumos parecía ir por otro camino, Baco dijo que no todo está dicho.

+info

vicowinebar.com.ar
lamalbequeria.com.ar 
comewineba.com
facebook.com/serendipity.arge