El ‘bullying’ y el ‘cyberbullying’ se han instalado como temas necesarios en cada colegio y en cada casa. María Zysman, experta en estas problemáticas, se muestra optimista ante una realidad que afecta a muchísimos niños, niñas y adolescentes.
Txt: Bernardita Ponce Mora Ph: Gentileza Javier Corbalán
María Zysman, licenciada en Psicopedagogía, es una de las mayores referentes en la Argentina para hablar de ‘bullying’ y de ‘cyberbullying’. Alrededor de 1994, comenzó a trabajar con estos temas, al ver situaciones de exclusión en los jardines y en los colegios. De a poco, fue convocando a profesionales de distintos ámbitos para buscar estrategias y formas de abordaje interdisciplinario.
En 2006, se conformó Libres de Bullying -fundado y presidido por María- y ocho años más tarde se organizó como asociación civil. Con el objetivo de mejorar la convivencia entre niños, niñas y adolescentes, brindan asesoramiento institucional, capacitación docente, talleres de prevención para alumnos, orientación a padres y madres, y atención en consultorio.
¿Cuándo se comenzó a hablar de ‘bullying’?
En la Argentina yo incorporé la palabra entre 2004 y 2005. Tal vez alguien ya la venía trabajando y yo no lo sé. En ese momento, cuando internet nos dio la posibilidad de ver cómo lo estaban llamando en otros lugares del mundo, descubrimos que en Noruega ya lo habían nombrado así en los años 70. Antes hablábamos de “chivo expiatorio”, “grupos contra uno”, “líder negativo”, pero ‘bullying’ llegó con la globalización, al ver que había otra gente que estaba trabajando y que podía aportar sobre lo que estaba pasando.
Después de todo este tiempo de trabajo, ¿encontró una traducción al castellano o prefiere usar la palabra ‘bullying’?
No hay una palabra que la reemplace. Podría ser “hostigamiento sostenido en el tiempo entre pares en edad escolar”, pero es muy largo. Hay quien lo nombra “acoso escolar”, pero yo tengo mis reparos porque hay muchas situaciones en la escuela que se viven como acoso y no tienen que ver con el ‘bullying’, donde se busca humillar, denigrar o excluir a un compañero. Hablamos de ‘bullying’ cuando hay chicos o adolescentes que, en vez de vincularse de igual a igual, empiezan a asumir situaciones asimétricas en las que uno tiene más poder que el otro y, a partir de ahí, hace cosas para que el otro se sienta humillado y desvalorizado.
¿Cuál es la mejor forma de prevenir?
Para prevenir, primero tenemos que problematizarlo y no pensar que son cosas que todos nos hemos bancado y que hay que fortalecerse. Hay que pensar que es un problema y asumirlo como tal. Después, generar espacios donde estén los chicos y en donde nuestra postura esté muy clara en relación con lo que es el abuso, la discriminación, el desequilibrio de poder y las oportunidades.
El ‘bullying’ surge cuando hay envidia, cuando hay celos, cuando hay agresividad intencional. Entonces yo tengo que trabajar ahí desde que los chicos son muy chiquitos, no con la palabra ‘bullying’ -no tengo que decir que voy a hacer un programa de prevención de ‘bullying’-. Tengo que generar espacios donde todos, de verdad, seamos iguales en el sentido de las oportunidades, donde sean aceptadas las diferencias, sea respetado el derecho de cualquiera que es tímido, raro, diferente, atípico, donde no se arme esta estructura tan desequilibrada, en el sentido de abusiva.
¿Se debe prevenir desde nivel inicial?
Siempre, pero esto tiene que ver con la convivencia. Yo trato de generar un lindo clima de convivencia en mi familia, pero no sé en qué momento lo determiné, si cuando estaba embarazada o cuando ya nació… Una trata, en lo personal, de generar los mejores climas de convivencia posibles y de compartir con los otros.
En la actualidad, ¿hay ‘bullying’ sin ‘cyberbullying’?
Es muy difícil porque hoy los chicos están volcados por completo a las redes, y las redes deshumanizan mucho. Entonces, si bien son herramientas maravillosas y los chicos pueden compartir, juntarse y comunicar, al mismo tiempo, dejan puertas muy abiertas para que el otro pueda acceder a la propia vida y ahí es difícil encontrar el equilibrio, el límite y la forma de acompañarlos. Además, como decía, el ‘bullying’ consiste en avergonzar y exponer al ridículo a uno. Entonces eso, en un lugar donde hay 25 personas, empieza y termina ahí; pero, si saco fotos, lo viralizo, lo comparto, llego a miles y la fantasía de quién vio o hasta dónde vio o cuánto de mí vio también es enorme. Todo sacado de contexto puede ser ridículo. Lo que en el espacio cara a cara es cotidiano y simpático, si yo le saco una foto, lo filmo y lo cambio de contexto puede dejarme muy mal parada.
¿Irse de las redes por completo es una alternativa o no es acertado?
Eso es muy difícil para cualquiera y, para los chicos, más todavía. A mí me encantaría que los niños no estuviesen en las redes. Si yo pudiera pedir un deseo, sería que no estén, que no accedan, que no tengan celular, que se comuniquen, que estén en la compu, que conozcan, pero no que estén con esta posibilidad uno a uno de hacer y deshacer sin medir el impacto. Sin embargo, como trabajo con chicos y sé que eso es impracticable, hay que tomar conciencia de lo que son las redes: que los chicos sepan y vean que es muy fácil mentir, que uno se olvida de que el otro siente, que es muy fácil transformar la realidad. La idea es que puedan pensar: “Esto que voy a hacer, ¿le hace mal a alguien? Si es así, no lo hago. ¿Me puede hacer mal a mí? Si es así, entonces no lo hago”.
¿Por qué un niño o niña se convierte en víctima o en victimario?
Nosotros no hablamos de víctima y victimario, sino de roles y de funciones. A veces uno está victimizado por un montón de cuestiones que tienen que ver con lo individual de cada uno que está en el grupo y con una dinámica grupal; y además, con las familias y con los docentes. Un chico que en un espacio es victimizado por sus pares, en otro espacio no lo es, o sea que no se explica simplemente por las características de uno, sino también por lo que despierta en los otros y por lo que convoca a ese grupo a estar juntos. Hay grupos que son hospitalarios y otros que son sumamente expulsivos. Para eso es necesario que haya adultos que cuiden, que miren, que ofrezcan…
¿El ‘bullying’ siempre existió y va a seguir existiendo?
Ojalá que no siga. En eso soy optimista, en el sentido de que, si no creyera que podemos modificarlo, no podría estar trabajando en esto. Sin embargo, es muy difícil porque es reflejo de lo que nos sucede como sociedad. No es solo algo que los chicos hacen. Lo que sí podemos es estar bien conectados con ellos para, por una parte, enseñarles otra cosa y, por otra, darles la mano cuando necesitan ser ayudados para salir de esa situación.
Los chicos ven un mundo descalificador, en el que todos se ríen de todos, donde todo se puede mostrar, todo se puede criticar y todos hablan mal de alguien. Entonces me parece que tenemos que empezar por ahí: poder tener amistades y no amistades, pero no insistir en la expulsión o en la descalificación del que es diferente.
¿Considera que las escuelas están preparadas para contener a los chicos?
Algunas más que otras. Algunas tienen más tiempo, más recursos, más posibilidades, más opciones y otras, no. Hay algunas escuelas que priorizan otros aspectos, pero es una preocupación en la mayoría.
¿Las mamás y los papás están preparados?
Las mamás y los papás piensan que es una cuestión de la escuela. Ahí tenemos que trabajar mucho porque, si bien la escuela tiene un espacio muy privilegiado para prevenir, detectar e intervenir, las familias tendríamos que estar un poco más dedicadas a ayudar a los chicos y a los maestros a resolver estas cuestiones.
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libresdebullying.wordpress.com