Mostrar en profundidad a las personas detrás de las obras de arte. Eso es lo que logra “Casa de Artistas. Acá Viven-Acá trabajan”, el ‘coffee table book’ de :TESTONI Contenidos que pretende sumergirse sus rutinas, sus pensamientos y sus procesos creativos.
Txt: Rosario Conde Ph: Gentileza Mónica Testoni
Al abrir Casas de Artistas, uno siente que abre sigilosamente la puerta de una casa: se sienta, se pone cómodo y enseguida entra en confianza. De a poco, el entrevistado deja de ser un artista y se transforma lentamente en una persona de carne y hueso. Eso es lo que Monica Testoni y Florencia Gonzalez Álzaga logran en este compilado de entrevistas retrato: acercar el artista al lector.
Con el lema de “mostrar cómo viven y cómo trabajan”, Milo Lockett, Eugenio Cuttica, Nora Correas, Claudio Barragán y Renata Schussheim -por mencionar solo algunos-, abren sus puertas (y corazones) para mostrar sus verdades.
¿Cómo empezó el camino hacia este libro?
Yo venía del mundo editorial. Escribía para BA MAG, fui periodista freelance, editora y trabajé en relación de dependencia. A raíz de algunos episodios violentos que pasé en el 2007, abandoné las revistas y me dediqué a escribir historias. Me encerré un poco. Pero tenía incorporada la rutina de escribir y me di cuenta de que extrañaba hacer entrevistas. En el 2012 se me ocurrió contactar a mi amiga y fotógrafa, Florencia Gonzalez Álzaga, para hacer este proyecto, ahora tenemos editados dos Casas de Artistas: Argentina y Uruguay, y vamos por más.
¿Qué buscás con Casas de Artistas?
Mostrar cómo viven y dónde trabajan artistas plásticos con trayectoria en Latinoámerica; exponer su hábitat y el lugar de trabajo, mostrar el perfil humano a través de un texto amigable. Nuestro target es un público ecléctico y el objetivo, busco que se pueda ver el detrás de la vanguardia: cómo viven los artistas contemporáneos su carrera, cómo se mantienen, mostrar a los que viven afuera, los que están en las colecciones, el éxito y el difícil camino de hacer su carrera en un momento de eclosión en el mercado mundial.
Mostrar el lado más humano del arte…
Exacto. No me olvido más de la primera entrevista, en el libro 1, fue a Nicola Costantino: llegamos a su casa y nos atendió súper resfriada, su hijo daba vueltas por la casa y la mujer que la ayudaba con las tareas del hogar estaba limpiando. Le pregunté si quería que volviera en otro momento y ella misma me contestó: “¡No! Vos me dijiste que querías saber cómo vivo, mi día a día… bueno, ¡así vivo!” (risas). El objetivo justamente era ése: mostrar algo auténtico, cálido… el clima en el que viven, sin necesidad de hacer una producción. Nuestro objetivo es mostrar la historia de cada uno. Porque para muchos el arte es algo “encriptado”, de difícil acceso, como si fuera para pocos… Queríamos cambiar esto.
¿En qué se basó la selección de artistas?
Los seleccionamos dentro de un azar conducido: los mismos artistas se iban legitimando y sugiriendo entre sí. Hubo muchos que quedaron afuera, pero no por elección. Nos hubiera encantado que estuvieran todos, y estamos considerando hacer el tomo 2 para la edición argentina.
El libro lleva tu propia editorial, ¿por qué decidiste editarlo por tu cuenta?
Las editoriales me ponían muchísimas condiciones para editar el libro o me ofrecían publicar entre 100 y 200 ejemplares. No me tenían fe. La fotógrafa me dio la idea de darme las fotos y editarlo por mi cuenta, después de todo yo venía de ese mundo. Les dije a mis hijos: “nos vamos a quedar sin vacaciones este año”, y puse toda la plata de las vacaciones de ese año para la imprenta. La recuperé muy rápido, aun teniendo un gran obstáculo en el camino.
¿Qué pasó?
La imprenta me estafó. Me entregaron libros que se desarmaban. Tuve que sacar 3 mil libros del circuito comercial y nunca me reconocieron nada. Pero enseguida por medio de Elena Riera, llegué al Banco Galicia y Mishka, que fueron quienes me me financiaron y ayudaron a imprimir una nueva tanda, esta vez mejor: los libros salieron con tapa dura. Volví al mercado en dos meses, saqué todos los que estaban mal y los reemplacé por estos. ¡Volaron! No había nada parecido. Le fue muy bien y una fotógrafa chilena, Leticia Quappe, me contactó para hacer lo mismo en Chile. Una casualidad inmensa fue que ella sería mi vecina en Uruguay en enero de 2015 y le dije: ¿por qué no empezamos por Uruguay? Entonces, ya en Punta del Este, nos pusimos en contacto con Pablo Atchugarry, uno de los escultores más importantes en Latinoamérica hoy. Cuando le mostramos la propuesta, me dijo: “¡empecemos ya!” En ese momento, la fotógrafa sacó la cámara y arrancamos con las fotos. Luego siguió todo lo demás: entrevistas a galeristas, pintores, coleccionistas… y todo con doble esfuerzo, porque no éramos locales. Fue todo a pulmón.
Hacés notas retrato, ¿te gustaría meterte en el mundo del retrato fotográfico también?
No podría hacer las dos cosas. Son dos lenguajes distintos. Con las entrevistas retrato lo que me pasa es que hasta que el artista me dice lo que quiero escuchar puedo llegar a tardar tres horas o tres días de visitas. Me lleva mucho tiempo y hago un gran esfuerzo por entrar en su psiquis, por llegar a lo profundo. Hacer las dos cosas lo estropearía. Sí necesito tener una fotógrafa que trabaje conmigo y que cuente el mismo cuento. En ese sentido, Leticia y Florencia son muy respetuosas del entrevistado, saben captar el clima sin interrumpir. El libro es visual y ellas son una parte fundamental.
¿Qué buscás en cada reportaje?
Llegar al otro, descubrirlo… Me da placer lograr esa conexión. Salgo modificada humanamente de cada entrevista. Tomo el periodismo como un servicio para la evolución de la humanidad, y eso es lo que me gusta del reportaje: contar lo que el otro hace, sin juzgar y poder ayudar a ser parte de esa cadena de evolución.
¿Qué fue lo que más te gustó de este desafío?
¡Ver el producto terminado! (risas). Fue tanto esfuerzo, que verlo en las vidrieras es una sensación muy satisfactoria.
¿Habrá un Casas de Artistas III?
¡Sí! Quiero replicar el formato en Chile, Paraguay, Brasil y México. Y en simultáneo, hacer Casa de Artistas Músicos… desde el Polaco a Bruno Gelber, pasando por Charly García y bandas, músicos de todos los estilos.