De series y destinos

En una época fue el cine el que popularizó los lugares en los que se llevaba a cabo la acción, pero con el ‘boom’ de las series, ahora son ellas las encargadas de abrirnos el apetito turístico. ¿De qué se trata esta tendencia que nos invita a ir por el mundo siguiendo los pasos de nuestras ficciones favoritas?

Txt: Laura Piasek Ph: Gentileza HBO y Pixabay

Así como existe el turismo de aventura, gastronómico o cultural; hay uno que desde años viene haciéndose un lugar, y es el que se dedica a ir tras las huellas de los personajes de las series más emblemáticas de los últimos tiempos. Aunque es difícil entender la fórmula que hace que un escenario de ficción pueda generar furor entre los televidentes, lo cierto es que cada vez son más los que arman las valijas para visitar por primera vez o redescubrir destinos populares, pero también otros impensados, tras haberlos visto en la pantalla chica. Según un estudio realizado por el sitio de viajes Tripadvisor, después de que España se convirtió en una de las locaciones principales de Game of Thrones, este destino recibió un aumento considerable de turistas, y su popularidad dentro del portal se multiplicó hasta 20 veces. Algo similar ocurrió con Islandia, otro de los escenarios de la superproducción de HBO. De acuerdo con cifras oficiales, 490.000 turistas extranjeros recibió el país nórdico allá por 2010; para finales de este año se espera que este mismo número trepe hasta los 2,4 millones.

Pero la saga de guerreros, zombies y dragones no ha sido la única que ha logrado inmiscuirse en el mercado turístico. Producciones con algunos años más de vida como Sex and the City, pero también otras más recientes como Breaking Bad y Girls, han sido capaces de mostrar la mejor faceta de las ciudades, volviéndolas así altamente irresistibles para los amantes de las series y de los viajes.

De Norteamérica al Reino Unido

Si hablamos de turismo seriéfilo, Albuquerque debería ser el primer destino que se nos venga a la mente. Y es que antes de convertirse en el lugar en el que transcurre Breaking Bad, la producción de AMC que cosechó un éxito sin precedentes, esta ciudad de Nuevo México, Estados Unidos, no tenía nada que la diferenciara de sus vecinas.

Pero bastó con que la primera de las cinco temporadas de la ficción saliera a la luz en 2008 para que esta localidad de tan sólo 500 mil habitantes quedase sumergida en un ‘boom’ turístico sorprendente. Incluso a más de una década de su estreno, viajeros de diferentes partes del mundo siguen llegando hasta este enclave de la Ruta 66 para ver con sus propios ojos los decorados naturales de su serie preferida.  Como desde el primer día, hay un autobús que visita las locaciones más emblemáticas en las que fue rodada: las casas de sus dos personajes principales (Walter White y Jesse Pinkman), el lavadero de autos, la oficina del abogado Saul Goodman, el restaurante Los Pollos Hermanos y el infaltable desierto de Albuquerque. Para los que no se conforman con esta propuesta tradicional, las agencias de turismo también brindan la posibilidad de descubrir la tierra de Breaking Bad en bicicleta, y hasta a bordo de casas rodantes muy similares a las que manejaba su protagonista.

Pero el turismo seriéfilo no solo se encarga de popularizar destinos desconocidos, sino también de mostrar una faceta diferente de otros que no necesitan publicidad.

A lo largo de los últimos años, son incontables las ficciones que han hecho de Nueva York un personaje más dentro de sus historias. Allá por la década de los 90 fue Sex and the City, la serie que seguía las andanzas de Carrie Bradshaw y sus amigas, la que mostró la faceta más glamorosa de la ciudad de los rascacielos. Los tours en su honor todavía existen e incluyen paradas de lo más variadas: en el departamento de la protagonista en el Greenwich Village, en Magnolia Bakery, en el Meatpacking District y en la tienda Manolo Blahnik, entre muchas otras. Casi 15 años más tarde, llegaría Girls. Esta vez, en clave cien por ciento feminista, la ficción protagonizada por Lena Dunham se encargaría de poner en relieve la faceta más bohemia de la ciudad. Los restaurantes, los bares, las galerías de arte y los hoteles del moderno distrito de Brooklyn brillaron en cada una de las temporadas de esta producción e inspiraron recorridos turísticos ideales para ‘milennials’.

A finales de 2016, sería The Crown la que nos invitaría a recorrer varios miles de kilómetros más hasta llegar al Reino Unido. La biopic de Netflix que repasa la atrapante historia de la Reina Isabel II no solo deleitó a los televidentes con actuaciones magistrales y un vestuario de época exquisito, sino también con una larga lista de locaciones naturales.

Sin hablar del Palacio de Buckingham (cuyos exteriores son mostrados en repetidas oportunidades), la primera producción de la plataforma de streaming cien por ciento inglesa también puso en relieve la belleza de otros edificios de la ciudad como la Catedral de Ely, el Old Royal Naval College, la residencia Hatfield House y el emblemático Lyceum Theater. Todos estos lugares pueden visitarse -ya sea solo desde afuera o ingresando en sus interiores-, y están especialmente recomendados para los que busquen sentirse, aunque sea por un momento, en otra época.

Turismo de Tronos

Cualquiera que haya visto al menos un episodio de la serie que catapultó al escritor George R. R. Martin podrá entender porqué esta serie es considerada una de las más caras de la historia. Las cifras no dejan mentir: cada entrega de Game of Thrones costó, nada más ni nada menos, que 10 millones de dólares. Una parte de este abultado presupuesto ha tenido mucho que ver con la gran cantidad de locaciones en diferentes puntos del globo que fueron utilizadas a lo largo del rodaje. España, Islandia, Croacia, Marruecos e Irlanda del Norte son tan solo algunos de los países que sirvieron como decorado para darle vida a los continentes de Poniente y Essos.

Empezando por España, varias de sus ciudades fueron elegidas para representar al universo medieval donde se dirime la lucha por el Trono de Hierra y, como era de esperar, muchas de ellas se ganaron un lugar privilegiado en los mapas turísticos justo después de aparecer en la pantalla chica. El caso de Osuna, un municipio a solo 90 kilómetros de Sevilla, sirve para tomar dimensión del fenómeno. Cuando allá por el 2014 la producción de HBO fijó sus ojos en la plaza de toros del lugar para filmar la escena en la que el personaje de Daenerys Targaryen se escapa de una revuelta popular subida en el lomo de uno de sus dragones, nadie imaginaba que tan solo un poco más tarde esta localidad andaluza lograría hacer del turismo una de sus nuevas y principales fuentes de ingresos.

A pocos kilómetros, en el Alcázar Real de Sevilla, sucedió algo similar. Estos jardines emblemáticos, que ya de por sí eran una de las atracciones turísticas más importantes de la región, después de ser utilizados como el escenario de fondo del magnético Reino de Dorne, vieron su popularidad dispararse de una manera asombrosa. Pero la lista de ciudades españolas que desvelaron a los escritores y productores de la serie no termina aquí. Girona sirvió para emular a la ciudad ficticia de Braavos, mientras que Almería y Navarra fueron utilizadas para materializar las tierras de los Dothraki.

Si el recorrido continúa por Islandia, la cueva de Grjótagjá -donde los personajes de Jon Snow e Ygritte sellaron su amor- junto con el lago Myvatn y la cascada de Godafoss, son tan solo algunas de las joyitas naturales del lugar que saltaron a la fama de la mano de Game of Thrones. Croacia fue otro de los países que prestó sus escenarios a la causa, recibiendo a cambio hordas de turistas. Las ciudades de Dubrovnik -capital de los Siete Reinos en la ficción-, Sibenik -elegida como sede del Banco de Hierro- y la de Split -lugar donde se rodaron las escenas de la ciudad esclavista de Meereen- forman parte de los otros destinos que consagró la serie de HBO.

Pero no solo en Europa se rodó Game of Thrones. El equipo de producción y los actores también volaron hasta Marruecos. En este país de África fue precisamente donde se levantaron las ciudades ficticias de Yunkai y Astapor. Y como no podía ser de otra manera, hasta allí también llegan los seriéfilos en busca de una foto para el recuerdo.

Cuando los artificies de las ficciones más ambiciosas se rehúsan a rodar en platós y salen a recorrer el mundo para encontrar los mejores decorados naturales para sus historias, las series dejan de ser solamente el plan ideal para un viernes a la noche y se conviertan también en las guías turísticas más inspiradoras. Porque, ya lo sabemos, una imagen dice más que mil palabras.