La ciudad de las siete colinas

En los últimos años, Lisboa se ha convertido en destino ‘hipster’ por antonomasia. Pero más allá de modas, la otrora relegada capital europea seduce con una personalidad genuina, un pasado rebosante de historia y su presente rico en color.

Txt: Rosario Oyhanarte Ph: Rosario Oyhanarte y Unplash      

Lisboa es de esas ciudades mágicas que enamoran a cada viajero afortunado en poner pie. Es que la capital de Portugal tiene una idiosincrasia única, que la destaca respecto a otras capitales europeas; no está plagada por marcas internacionales, sino que lo autóctono, lo independiente, lo familiar, son todavía la norma.

Ubicada a orillas del río Tajo y con el océano Atlántico como telón, la ciudad está construida sobre siete colinas. De este modo, forma un anfiteatro natural que refleja la luz. Pero además de las bellezas con las que la naturaleza dotó a esta porción de Portugal, las construcciones del hombre también han hecho lo suyo. A través de calles adoquinadas que zigzaguean cuesta arriba, recorremos los distintos caminos engalanados con casas de colores, alegres y llenas de vida. Algunas, a primera vista, resultan un tanto desgastadas o venidas a menos, pero el ojo no tarda en acostumbrarse y ver más allá.

Para tener un pantallazo de la ciudad, cabe destacar que está dividida en distintos barrios y cada uno cuenta con un perfil claramente diferenciado. Podemos comenzar el recorrido desde Plaza Figueira y tomar el tranvía 28 -¡es tan pintoresco!- hasta el Castillo de San Jorge, aunque bien vale la pena hacer el trayecto a pie; las calles son empinadas, sí, pero las casitas mágicas del camino ameritan el esfuerzo.

El predio cuenta con aproximadamente 6000 m² y está compuesto por varias torres y garitas, un foso y dos patios grandes. Al estar ubicado sobre la colina más alta del centro histórico, las vistas desde este castillo son, lisa y llanamente, las mejores de la capital. Se recomienda ir hacia el atardecer, para ver el sol caer en el Tajo y apreciar cómo se refleja en todas las construcciones lisboetas.

A los pies del castillo encontramos dos barrios antiguos: la Mouraria y La Alfama, este último es ideal para olvidarse del mapa y gastar toda la memoria del teléfono en fotos. Otros dos barrios que hay que visitar son el Chiado y el Barrio Alto, que ofrece lo mejor de la vida nocturna de Lisboa. Está plagado de bares de todos los estilos, perfecto para quienes quieran encontrar bullicio y gente socializando en la calle hasta altas horas de la noche, claro que con copa en mano.

Por su parte, el Chiado se destaca con un perfil que se las ingenia para ser elegante y bohemio a la vez. Hay quienes lo describen como el Montmartre de Lisboa. Los sábados es sede de la Feira da Ladra, un mercado callejero y ‘vintage’ que ofrece muebles antiguos, tocadiscos, vinilos, libros, ropa de segunda mano y más.

En Chiado hallamos también el Café A Brasileira, que data de 1905 y es uno de los más antiguos de la ciudad. Este café, que aparece en la serie El tiempo entre costuras, es conocido por su estatua de Fernando Pessoa en la terraza, que acompaña a los visitantes que disfrutan de tardes amenas y relajadas.

Rincones con historia

Seguimos el recorrido hacia La Baixa, el barrio más céntrico, comercial y animado de Lisboa. Luego del gran terremoto que azotó la ciudad en el siglo XVIII, fue reconstruido por el Marqués de Pompal, en un estilo clásico y de calles geométricas. Si andás en busca de las fachadas cubiertas de azulejos tan típicas de Lisboa, en La Baixa abundan…

Uno de los rincones más destacados del barrio es la Plaza de los Restauradores. Es aquí donde nace la avenida más importante de la ciudad: la Da Liberdade, que desemboca en la Plaza del Marqués de Combal. Junto a esta hallamos la Plaza del Rossio y, si desde aquí retornamos por la Plaza de Figueira, vemos que surge la calle peatonal Rua Augusta, para acercarnos a la Plaza del Comercio a través de un Arco de Triunfo. Para los amantes de las vistas desde las alturas, en este mismo barrio nos topamos con el elevador Santa Justa. Sus 45 metros son de estilo neogótico y hierro. Nos regalan una panorámica bellísima.

Otro barrio imposible de soslayar es Belém, ubicado a 20 minutos del centro en tranvía o colectivo. Toda la zona rinde tributo a los descubridores de Portugal; ejemplo de ello es el majestuoso Monasterio de los Jerónimos, de estilo manuelino, que lleva la firma del arquitecto Juan de Castillo y fue encargado por el rey Manuel I de Portugal, con motivo del regreso de la India de Vasco de Gama. De hecho, el edificio fue financiado gracias al 5% de los impuestos obtenidos de las especias orientales.

A orillas del Tajo surge la imponente Torre de Belém, también de estilo manuelino y punto desde el cual partían los navegantes hacia la India y Brasil. Este edificio y el anterior fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Por último, en este barrio se hallan los celebérrimos ‘pasteis’ de Belém, pero para poder saborearlos primero hay que tolerar las colas. Si no sos amigo de estas, te aconsejamos probar los de Manteigaria, igual de sabrosos y -un poco menos- turísticos.

Delicias, arte y escapadas

En cuanto a la gastronomía lisboeta, la buena noticia es que, además de servir platos riquísimos (especialmente, pescados y mariscos), los precios son mucho más accesibles que en otras capitales europeas. Se recomienda cenar alguna noche con show de fado de fondo. El fado, vale aclarar, es el género musical más conocido en suelo portugués. El nombre viene del latín fatum que significa “destino”. De acordes melancólicos, sus raíces datan del siglo XVIII y su fuerza arrebalera bien podría compararse con el tango. Sin dudas, en Lisboa, presenciar fado en vivo es un ‘must’.

Volviendo a la gastronomía, un punto imperdible es el Mercado da Ribeira, también conocido como Time Out Market Lisboa, que debe su nombre a que periodistas de Time Out han elegido los mejores restaurantes de la ciudad para nuclearlos a todos entre las mismas cuatro paredes. En este mercado se ofrecen filiales de dichos restaurantes, con platos a muy buenos precios, perfectos para probar de todo un poco. El ambiente del lugar es animado, ideal para ir de noche y también se organizan exposiciones y shows artísticos.

Si de arte se trata, otro concepto interesante descansa en LX Factory que, en el predio de lo que solía ser una fábrica, aloja arte, literatura, diseño, música y gastronomía; hay restaurantes de todo tipo, pero uno de los más recomendados es el brasileño Rio Maravilha, que goza de las mejores vistas: una terraza en un cuarto piso, desde donde apreciar el atardecer frente al Tajo.

Sin dudas, otro hito de LX Factory es la librería Ler Devagar (que en portugués significa leer despacio), considerada de las más bonitas del globo; y, si de librerías lisboetas se trata, otra que se aconseja sumar al recorrido es Bertrand, la más antigua del mundo que aún está en funcionamiento. Fundada en 1732, por su interior han circulado la mayor parte de los intelectuales del país.

Además de todo este recorrido, vale la pena organizar la visita para dejar al menos medio día libre y hacer la excursión a Sintra. Esta ciudad ubicada entre colinas cubiertas de pinos es muy pintoresca y cuenta con paisajes imponentes, además de un sinfín de edificios históricos. Sin dudas, el más llamativo es el Palacio da Pena, uno de los rincones más mágicos de Portugal… y, posiblemente, del planeta. Su silueta colorida y llena de personalidad se erige en un entorno natural sin parangón y así se convierte en visita obligada.

Si el tiempo acompaña, otra excursión interesante es a la playa: Cascais y Estoril son dos de las zonas preferidas y Carcavelos es perfecta para hacer surf. Por último, a unos 100 kilómetros de Lisboa (o una hora en auto, aproximadamente) se encuentra Fátima, ciudad que debe su fama mundial a su santuario. Se dice que la Virgen María, al aparecerse en la Cova da Iria a los pastorcitos Lucía, Francisco y Jacinta, les pidió que erigiesen una capilla en ese mismo lugar. Desde entonces, Fátima se ha convertido en uno de los puntos de peregrinación mariana más importantes del mundo.

Al ser la capital más antigua del Oeste de Europa, Lisboa es dueña de un pasado fascinante, pero -sin dudas- su presente es igual de prometedor. Nostálgica y alegre, bohemia, ‘hipster’ y auténtica a la vez, la ciudad de las siete colinas es todo esto y más.

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