Viajar a bordo de un tren

Un medio de transporte histórico que nos brinda la oportunidad de penetrar en los rincones más deslumbrantes del planeta de una manera diferente. En esta nota, visitamos cinco propuestas fascinantes y fuera de los circuitos más turísticos.

Txt: Laura Piasek Ph: Gentileza empresas

 

¿El destino importa? Sí, claro. Pero cuando de viajar en tren se trata, la hora de llegada deja de ser una prioridad. A principios del siglo XIX, el ferrocarril se convirtió en símbolo de progreso y fue el gran motor de la Revolución Industrial. Y aunque ya ha pasado mucha agua bajo el puente, la mística que desveló a los pasajeros de antaño sigue intacta. La prueba es que, incluso por nuestros días, los turistas siguen eligiendo este medio de transporte para desplazarse durante sus vacaciones.  Desde los vehículos más lujosos hasta los más depurados, abordar un tren siempre constituye una experiencia diferente que hay que vivir al menos una vez en la vida. ¿La recomendación? Abandonar por un rato las pantallas y hacer que el paisaje que desfila por la ventanilla se convierta en el único espectáculo. Bajo estas líneas, un repaso por algunas de las mejores propuestas elegidas por BA MAG.

Por los encantos de Irlanda

Inspirados en la arquitectura de Dublín, los interiores del Belmond Grand Hibernian no tienen nada que envidiarle a los mejores hoteles de las capitales más ‘chic’ del mundo. Inaugurado en 2016, este lujoso vehículo con capacidad para 40 personas -que ha costado cerca de 2,5 millones de dólares- ofrece una manera diferente de descubrir la isla. El recorrido siempre empieza en la estación central de la capital y ofrece trayectos de duraciones diferentes, de acuerdo a las atracciones que se quieran visitar. Y es que el viajero puede elegir si pasa 2, 4 o hasta 7 noches dentro de las habitaciones ‘deluxe’ con baño privado que ofrece este tren.

Entre las paradas previstas a lo largo de la ruta, se encuentra la entrañable ciudad de Belfast, la localidad de Cork, el Castillo de Blarney, los Lagos de Killarney, además del Parque Nacional de Connemara y la ciudad de Galway. Los que bajen recién en la última estación, también tendrán la suerte de apreciar, con sus propios ojos, la imponente Isla Esmeralda.

Pero, independientemente del tiempo que pasen a bordo, durante su estadía los pasajeros podrán disfrutar de las instalaciones de alta gama que ofrece el Grand Hibernian. Además de dos restaurantes donde degustar platos bien elaborados de la región, en el vagón-observatorio (que emula el ambiente clásico de una taberna dublinense), encontrarán el lugar perfecto para relajarse con una copa de whisky o una pinta de cerveza negra en mano.

Lujo asiático

“El tren más lujoso de Asia”. El Decan Odessey se ha ganado este mote y los premios a la excelencia que viene acumulando desde su primer viaje en 2004 no dejan contradecir esta afirmación. Con solo poner un pie en alguno de sus vagones, alcanza para entender porqué todos se desesperan por descubrir India a bordo de él. Y es que además de ofrecer 21 coches exclusivos, todos sumamente espaciosos y con una decoración más que sofisticada, el vehículo cuenta con servicios de alta gama que lo hacen único en su especie: dos restaurantes ‘gourmet’ de cocina internacional, un spa reconocido por sus tratamientos basados en las milenarias técnicas de Ayurveda, y hasta una sala ‘tech’.

Pero esto no es todo. Durante el trayecto, los pasajeros cuentan con un asistente personal las 24 horas del día. En cuanto a los itinerarios, el tren cubre seis rutas diferentes y cada viajero tiene amplia libertad para decidir cuál es la que mejor se ajusta a sus gustos y a su presupuesto.

Sobre rieles hasta un safari

Lo que propone el Stimela Star es ambicioso y tentador: desplazarse sobre rieles durante un día entero hasta llegar a un safari. Antes de abordar el tren en la Victoria Falls Station con destino al Hwange National Park, Zimbabwe, los pasajeros son invitados a una charla histórica sobre los encantos de los ferrocarriles de época. Más tarde, la aventura comienza. Durante el día entero que pasarán a bordo de este vehículo de 1950, no tendrán tiempo para aburrirse. Además de apreciar el paisaje desde sus acogedoras suites, también podrán dedicar algunas horas para disfrutar de la experiencia gastronómica que ofrece su restaurante. Y antes de irse a la cama, beber un licor con las estrellas de fondo se convierte en la mejor manera de dar por finalizada la jornada.

Tras los pasos de la seda

Los que busquen zambullirse en la cultura islámica de una manera diferente, deberían grabarse el nombre del Orient Silk Express. Este tren de estilo colonial propone ir tras los pasos de la romántica ruta de la seda, que en el pasado supo desvelar a los grandes personajes de la historia. El trayecto empieza en Asjabad, capital de Turkmenistán, y una semana más tarde finaliza en Almaty, Kazajistán. Entre estos dos puntos, las paradas estratégicas en diferentes ciudades ancestrales le dan todavía mucho más sentido al plan. En cada una de ellas, y con guías de por medio, los pasajeros pueden apreciar las maravillas arquitectónicas del lugar y dejarse sorprender por los apasionantes secretos que encierra este rincón de la tierra.

Dentro de los vagones, la experiencia es igual de estimulante. En los compartimentos privados, aunque el lujo no abunda, la comodidad está garantizada y los viajeros encontrarán todo lo necesario para descansar después de un día de excursiones. Y cuando llegue la hora de la cena, en el vagón-comedor serán invitados a sentarse en mesas colectivas donde podrán degustar platos regionales y compartir con sus compañeros de aventuras, algunas de las experiencias del día.

Alpes suizos

Corría 1930 cuando el primer Glacier Express salió de Saint Moritz y llegó, casi once horas más tarde, hasta Zermatt. Al día de hoy, y a pesar de haber ganado algo de velocidad, el tren sigue siendo conocido como el “expreso más lento del mundo”. Aunque el vehículo -que atraviesa 91 túneles y cruza 291 puentes- no es apto para los que anden con apuro, sí lo es para los que tengan tiempo y disfruten de las vistas panorámicas. Y es que el vehículo está compuesto por vagones a puro vidrio que ofrecen vistas inigualables de los Alpes suizos.

¿Un dato de color? Desde sus asientos, los viajeros pueden enchufar los auriculares que les son entregados al inicio del trayecto y escuchar un audio con información acerca de los lugares que van pasando por la ventanilla. A la hora del almuerzo o la cena, los pasajeros tienen la posibilidad de abandonar por un rato sus puestos y dirigirse hacia el vagón-restaurante para seguir disfrutando del imponente paisaje vertical, mientras degustan alguna de las delicias locales.

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