En Mar Chiquita, a 30 kilómetros de Mar del Plata, se construyó la primera escuela autosustentable de nuestro país. Apunta a una educación holística, en un edificio eficiente que produce su propia energía, preserva el agua y enseña a cuidar la vida.
Txt: Catalina Pelman Ph: Gentileza Mar Chiquita Sustentable
En marzo de este año, el reconocido arquitecto estadounidense Michael Reynolds y su equipo llegaron a la localidad bonaerense de Mar Chiquita para construir, junto a las organizaciones TAGMA y Amartya, la segunda escuela autosustentable del continente y la primera del país. Durante 45 días, más de 200 voluntarios de todo el mundo aprendieron el modelo constructivo ideado por Reynolds y levantaron este edificio ecológico de casi 300 metros cuadrados, donde 100 estudiantes de nivel primario podrán crecer y aprender en vínculo directo con la naturaleza.
Para la asociación civil Amartya, “es crucial que desde muy pequeños los seres humanos se relacionen de manera respetuosa y en vínculos amorosos con sus pares y los demás seres vivos con los que conviven, y que contemplen la finitud de los recursos naturales”. Con esa misma meta trabaja el Plan Mar Chiquita Sustentable (PLANMAR), que establece lazos entre actores más allá de la comunidad educativa porque consideran que cada uno es vital a la hora de construir una nueva cultura para el cuidado de planeta. Para ellos, “tener la primera escuela sustentable del país es un hito” porque consideran que “la educación ambiental es la clave para la transformación social” y la iniciativa puede contagiarse en todo el país.
El comienzo
Ya en los setenta, Michael Reynolds aseguraba que los edificios debían responder a las necesidades del ser humano. Por eso, creó un método constructivo que permite a las personas ser más independientes y relacionarse de una forma inteligente y armoniosa con el medio ambiente. Así nació su empresa Earthship Biotecture, que lleva más de 45 años construyendo edificios a partir de materiales reciclados y diseñados para autoabastecerse de energía eléctrica, calefacción, agua corriente y alimentos orgánicos.
Atraídos por esta idea, los voluntarios de TAGMA guiados por “la misión de construir y habitar el mundo de formas más sostenibles”, levantaron -junto a Earthship Biotecture y Unilever/ALA- la primera escuela sustentable de América Latina. Más de 400 personas de todo el mundo, autoridades públicas, instituciones del Estado y empresas colaboradoras construyeron el colegio en Jaureguiberry, ciudad costera de Uruguay. El proyecto ganó el premio Latinoamérica Verde 2017 en la categoría Gestión Urbana. Además, obtuvo el primer puesto a la Innovación en el rubro Impacto Social de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación de Uruguay, y fue reconocido por la Organización Mundial para la Educación Preescolar. Impulsados por la repercusión y el éxito del proyecto, redoblaron la apuesta y decidieron construir una escuela sustentable en cada país latinoamericano, con el objetivo de formar una red regional de colegios públicos autosuficientes.
En esta oportunidad, la organización Amartya se sumó a la alianza formada por TAGMA, Eartship Biotecture y Unilever/ALA. Su aporte fue y será fundamental para impulsar el trabajo educativo y comunitario en la zona. Desde el sector público, las autoridades trabajaron para la rápida cesión de tierras en el predio del camping municipal y la aprobación de los planos para la construcción sustentable. Durante la inauguración, el intendente de Mar Chiquita, Carlos Ronda, destacó el trabajo en equipo: “todos tirando para el mismo lado, con mucho compañerismo, compromiso y amor, es el ejemplo que representa a esta escuela”.
Todo se transforma
La construcción del edificio demoró solo seis semanas. Durante el mes de marzo se desarrolló la primera etapa bajo la modalidad “Academia Earthship”: para construir el edificio, Michael Reynolds brindó capacitaciones teóricas y prácticas para enseñar su método a 100 voluntarios de todo el mundo. Durante la segunda etapa, se brindaron talleres orientados a ultimar detalles para finalizar la obra.
Reynolds basa su método en siete principios de sustentabilidad: tratamiento de aguas grises y negras, recolección y potabilización de agua de lluvia, acondicionamiento térmico, producción de alimentos orgánicos, utilización de energías renovables, aprovechamiento de materiales reciclables y cuidado de las relaciones humanas. Por eso, el edificio tiene capacidad para almacenar 30 mil litros de agua pluvial y cuenta con un proceso de cuatro instancias de filtrado y purificación. Además, su construcción mantiene una temperatura estable de entre 18 y 25°C durante las cuatro estaciones y no hay necesidad de usar combustibles fósiles. Para la energía requerida, se utiliza un sistema fotovoltaico de 18 paneles solares.
Con una huerta exterior y un invernadero interno, la escuela tendrá provisión de alimentos orgánicos todo el año. Para la construcción del edificio se reutilizaron alrededor de 2200 neumáticos, 14000 latas, 5000 botellas de plástico y vidrio, y 2000 metros cuadrados de cartón, que permitieron reducir el gasto en materiales.
Para los integrantes de Amartya, “el proceso de construcción fue fundamentalmente emocionante, pero también agotador, porque fue muy veloz e intenso”. Según declararon, esta experiencia enriquecedora les demostró que la cooperación y el trabajo colectivo son la clave para lograr cualquier objetivo, porque es a partir de la colaboración que se solucionan los problemas e imprevistos.
¿Por qué Mar Chiquita?
Mar Chiquita es un municipio bonaerense atravesado por las rutas nacionales N°2 y 11, está a 30 minutos de Mar del Plata y a una hora de Pinamar. Cuenta con 23 mil habitantes y 7 mil estudiantes repartidos en 66 establecimientos. Pero lo más importante es que Mar Chiquita tiene una biodiversidad ideal para el desarrollo de esta propuesta: mar, playas de arena, dunas vivas y vegetadas, praderas húmedas, pastizales halófilos, albufera, marismas, bañados, arroyos, pastizales pampeanos, talares y lagunas de agua dulce.
La albufera es un tipo de laguna que se comunica con el Océano Atlántico y es la única en Argentina. Fue declarada reservorio de vida silvestre y reserva mundial de la biosfera por la UNESCO en 1996. Además, fue designada como Sitio Ramsar y AICA (Áreas Importantes para la Conservación de las Aves) por Aves Argentinas y BirdLife International.
En este contexto, el año pasado, Mar Chiquita lanzó PLANMAR, un programa que busca promover un modelo de desarrollo que lo convierta en el primer Municipio Sustentable del país para 2020. El proyecto Una Escuela Sustentable Argentina será el corazón de esta iniciativa, que tiene a las autoridades locales y a la organización Amatya trabajando a paso firme para que en tres años todos los centros educativos del partido ofrezcan capacitación en la materia.
Puertas abiertas
Los 60 alumnos de la escuela primaria N°12 de Mar Chiquita ya disponen de un edificio totalmente autosuficiente y confortable de 300 metros cuadrados para aprender y experimentar. Al igual que su hermana mayor en Uruguay, la propuesta educativa incluye talleres de huerta orgánica, reciclado y alimentación saludable, dentro y fuera del horario escolar. Porque el desafío es innovar más allá de la construcción, modificando el paradigma tradicional de la educación y abriendo las puertas de la escuela para que las familias y la comunidad en general se involucren. En este momento, Amartya está capacitando a los docentes y auxiliares de esta nueva escuela, y elaborando el primer manual de educación ambiental.
Construida bajo una filosofía nueva que piensa en el cuidado del ambiente y comprende el valor y el poder real de las relaciones interpersonales, Una Escuela Sustentable es un modelo a seguir que las sociedades terminarán adoptando frente al agotamiento de los recursos y el encarecimiento de los materiales. Esta es la prueba de que un mundo mejor es posible si se ofrece una segunda oportunidad a los residuos y se apuesta por el trabajo en equipo.
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