Ecléctica Berlín

A casi 30 años de la caída del Muro de Berlín, la capital alemana es una de las urbes más vibrantes de toda Europa. Cosmopolita, rebosante de historia y siempre cambiante, esta ciudad acumula razones para ser visitada. Una y mil veces.

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‘Berlin ist arm, aber sexy’(Berlín es pobre, pero sexy). Este slogan, acuñado hace más de una década por el aquel entonces alcalde -Klaus Wowereit- para atraer a los artistas del mundo hasta la capital alemana, no podría resumir mejor la esencia de la ciudad. Una urbe donde pasado y presente conviven en total armonía.

No hace falta alejarse demasiado para ser testigos de esta fusión: en cada paso, su propio tejido urbano no hace otra cosa que confrontar a los habitantes con las cicatrices que la historia ha dejado sobre ella. Capital del Imperio Prusiano, escenario de fondo de las dos guerras mundiales y, más tarde, protagonista innegable de la Guerra Fría, Berlín ha debido levantarse de la cenizas en repetidas oportunidades. Recorrerla, entonces, no es otra cosa que una invitación a viajar en el tiempo y a contemplar su belleza, por momentos, un tanto caótica. Pero, desembarcar en la capital germana es también una inmersión directa, y sin escalas, a la intensa vida cultural que la caracteriza. Sus museos, sus parques y jardines, y su incontable lista de barrios ‘cool’ con bares y restaurantes por doquier, hacen de Berlín una ciudad con una mística tan especial como imperecedera.

 

El muro invisible

Corría el 13 de agosto de 1961 cuando Berlín quedó dividida, de un día para el otro, en dos ciudades diferentes y enfrentadas ideológicamente. De un lado quedaba la zona Este, donde se estableció la República Democrática Alemana (RDA) -dominada por la Unión Soviética- y, del otro, el Oeste, correspondiente a la República Federal de Alemania (RFA), al mando de los Aliados. Hoy, a casi tres décadas de la caída de esta pared de 155 kilómetros, las diferencias entre ambos sectores todavía son palpables y forman parte de uno de los grandes atractivos a la hora de visitar la capital germana.

El recorrido puede empezarse por la Puerta de Brandenburgo, en su momento, único acceso a la ciudad y un verdadero ícono berlinés que la aparición del muro dejó completamente fuera del mapa. Durante la Guerra Fría reservado únicamente a eventos especiales de la RDA, hoy este monumento indisociable de la historia germana funciona como un verdadero punto de encuentro y celebración para los locales y es un punto neurálgico de cualquier visita turística. Atravesando esta construcción, se llega a uno de los espacios verdes más famosos de Berlín: el Tiergarten. Con más de 200 hectáreas y ubicado en un distrito con el mismo nombre, este parque conocido como el Central Park berlinés es uno de los preferidos de los locales.

Con solo hacer unos pasos hacia el lado sur, ya se puede vislumbrar una de las obras más célebres de la ciudad y, probablemente, del mundo entero: el Monumento a los Judíos Asesinados en Europa. Diseñado por el arquitecto neoyorquino Peter Eisenman, esta construcción de losas de hormigón -ubicadas en diferentes alturas para dar la sensación de movimiento- nació con el objetivo de homenajear a las 6 millones de víctimas que se cobró el Holocausto. Y el resultado, pone los pelos de punta. A corta distancia, uno de los museos más importantes sobre los crímenes del nazismo -La Topografía del Terror (‘Topographie des Terrors’)- se convierte en una parada obligatoria para quienes quieran entender con mayor profundidad el devenir de esta ciudad. La entrada es gratuita y la visita vale la pena.

Pero antes de dejar atrás la parte central para penetrar en los famosos barrios del Este, los amantes del arte harán mejor en reservarse algunas horas para hacer una parada por la Isla de los Museos. Un verdadero orgullo nacional que vuelve a demostrarnos porqué Berlín es la ciudad preferida de los artistas.

De la misma manera, el Oeste no puede darse por visitado sin antes tachar de la lista a dos de sus grandes emblemas: el memorial Kaiser Wilhelm, una iglesia que fue destruida durante de la Segunda Guerra Mundial, y la avenida comercial Kurfürstendamm. Antes de volver, tomando -en la zona del Zoo- el metro Kurfürstendamm con dirección hasta Schlesisches Tor, se puede llegar al East Side Gallery, la parte más famosa del Muro de Berlín y una verdadera galería de arte al aire libre con obras firmadas por grafiteros de todo el mundo.

 

Berlín en clave ‘underground’ y local

Así como hay turistas que llegan a la capital alemana atraídos por su historia apasionante, también están los que eligen visitarla para disfrutar, al menos una vez en la vida, de su vibrante vida cultural como verdaderos locales. Y, nadie puede decir lo contrario, una gran parte de ella se vive en su máximo esplendor en la parte Oriental. De este lado de lo que supo ser el muro, recorrer los barrios a la moda, detenerse a contemplar los edificios de época, así como descubrir bares y cafés con estilo se convierten en actividades en sí mismas. Los que se anoten en este plan deberían empezar por agendar el nombre de Friedrichshain, un antiguo barrio obrero que hoy se ha convertido en uno de los preferidos de los jóvenes y artistas. Y las razones no faltan: durante el día, en las zonas aledañas a las estaciones de Karl-Marx-Allee y Frankfurter Allee, la belleza de sus edificaciones soviéticas nos trasladan directamente hasta Moscú. Por las noches, la vida nocturna se enciende con una agitada y variada oferta.

Al este con Friedrichschain se encuentra Kreuzberg, otro de los barrios que permite experimentar Berlín en clave local. Después de la intensa vida política que caracterizó a esta zona durante las décadas del 60 y 70, con la caída del muro, las tensiones quedaron atrás y dicha área -favorecida por su nueva ubicación geográfica- quedó establecida como uno de los nuevos puntos de encuentro por excelencia de los ‘bon vivants’ berlineses. No por nada, dos de las arterias más importantes del barrio (Oranienstrasse y Bergmannstrasse) acumulan una buena parte de los mejores restaurantes de la capital alemana.

Pero si de costado ‘underground’ hablamos, es indispensable llegar a Neukölln. Se trata del barrio más moderno y, para muchos, el más cautivante de la ciudad. Habitado por una gran mayoría de extranjeros -turcos, rusos y libaneses, entre otros-, esta área ofrece un combo más que tentador para el estándar berlinés: vida agitada durante el día, pero también por las noches.

Para descubrir la zona, se puede empezar el recorrido en Hermannplatz, el corazón del barrio. Más tarde, visitar el mercado turco en Mabachufer, el vintage en Flowmarkt y el de Pulgas son algunas de los ‘must’ para empezar a respirar el multiculturalismo de la zona. Antes de que caiga el sol, y siempre que el clima lo permita, sentarse a contemplar las vistas del Parque Körnerpark es una excelente idea. A la hora de la cena, perderse por las callecitas estrechas del barrio buscando un rincón gastronómico es la mejor fórmula para entrar en contacto con su mística periférica y encantadora.

Historia, arquitectura, arte y vida nocturna para todos los gustos son tan solo algunos de los condimentos que explican cómo es que Berlín sigue siendo, a pesar del paso del tiempo, un destino irresistible que, lejos de pasar de moda, se encarga de fabricarlas. Como suele decirse al hablar de ella, una suerte de ave fénix que supo levantarse, una y mil veces, para terminar transformada en una urbe con carácter, libre como pocas y magnética como ninguna.

Dónde alojarse
Mitte es el centro de Berlín y un excelente punto del mapa en donde hacer base.
Además de estar ubicada a escasa distancia de las principales atracciones turísticas de la ciudad y perfectamente conectada con otras áreas, esta zona también cuenta con una vibrante vida nocturna. A la hora de buscar un hotel en este sector, convendrá privilegiar aquellos que se encuentren cerca de la emblemática Alexanderplatz, la avenida comercial Friedrichstrasse, la Puerta de Brandenburgo o de la también icónica Potsdamer Platz. 
Qué comer
Nadie puede dejar atrás este destino de Europa sin antes probar uno de sus platos típicos: la ‘currywurst’. La salchicha más famosa de la capital -que se puede comer frita o asada- se sirve siempre acompañada de curry o salsa de tomate. ¿Un spot en donde darse este gusto? Konnopke Imbiss, un local callejero ubicado debajo de la estación Schönhauser Allee con décadas de experiencia sirviendo esta especialidad local.
Cómo moverse en la ciudad
Como en la gran mayoría de las capitales europeas, en Berlín el transporte público funciona a la perfección. Las opciones principales son el metro (U-Bahn), tren suburbano (S-Bahn) y los autobuses. La recomendación es comprar el billete ilimitado.