Mesopotamia para intrépidos

Es la región que conforman las provincias norteñas de Entre Ríos, Corrientes y Misiones y cuyo principal motivo de agrupación es que se encuentran delimitadas por ríos. Cataratas, humedales, una vastísima flora y fauna, incluidas especies en peligro de extinción, y un encanto pueblerino arraigado, invitan a la desconexión y al despertar de todos los sentidos.

Txt: Azul Zorraquín Ph: Azul Zorraquín y Constanza Pasian

¿Porqué ir? El Litoral, destino aventurero y osado, es el lugar perfecto para viajeros inquietos y amantes de la naturaleza. Alberga ríos imponentes y zonas que son hábitat de especies autóctonas. Puntos atractivos como las célebres Cataratas del Iguazú, los Esteros del Iberá, las Ruinas Jesuíticas Guaraníes y diversos Parques Nacionales son solo algunos de sus encantos, que tejen un recorrido apasionante para todo aquel que se anime a explorarlo.

Concepción

El punto de partida ideal para recorrer la Mesopotamia es el emblemático pueblo madre de la provincia de Corrientes: Concepción del Yaguareté Corá. Ubicado a tan solo 180 kilómetros de la ciudad, el origen de su nombre, en guaraní, deviene de “corral de tigres”, ya que la vegetación de la zona solía proteger a la población de los ataques de yaguaretés. En el momento de su fundación, existía un caserío de doce ranchos y hoy, su población no supera los cinco mil habitantes. La serenidad pueblerina está intacta; solo algún chamamé interfiere con los cacareos de las gallinas y el zumbido de las hojas. Sus desprolijas calles de tierra rompen con modas y usos urbanos e imponen, como único calzado, las clásicas alpargatas. Despensas, panaderías y almacenes que llevan estampas como “la tienda de Marilú”, marcan el recorrido de un lugar perfecto para quien quiera relajarse, detenido en un tiempo que no conoce la ansiedad de computadoras, teléfonos y avenidas ruidosas.

Una de las particularidades del pueblo es la abundancia de capillas. Por cada dos o tres casas, hay una. En total hay aproximadamente 120 en Concepción, y todas ellas funcionan con gente que cocina ahí; los lugareños sienten que para estar protegidos, tienen que compartir los alimentos y esto es un ritual que pasa de generación en generación. A su vez, cada capilla tiene un dueño y cada santo también; los santos, además, se heredan y se veneran. Para los interesados, la Capilla del Gauchito Gil es una de las más importantes del pueblo para visitar, y los concepcionenses tienen la costumbre de usar una cinta roja contra la envidia, en su honor. Dato de color: no hay monjas.

Desde Concepción hay que recorrer 27 kilómetros de camino de arena y tierra para ingresar a la zona protegida de los Esteros del Iberá. Se recomienda ingresar con vehículo 4×4 y con un guía de “Iberá Porá”, experto en la zona. El portal más cercano de Concepción cuenta con la posibilidad de visitar a pobladores locales en sus viviendas y también se puede almorzar, merendar o incluso pernoctar en refugios típicos.

Hacia los Esteros

Uno de los portales más importantes a los Esteros es el Paraje Carambola, y se ubica a unos veinte minutos de Concepción. Para aquellos de espíritu aventurero, el mejor programa es dar un paseo por el arroyo, dentro de una canoa cinchada a un gaucho y su caballo. En las zonas de mayor profundidad, el caballo nada detrás de la canoa y el gaucho se sube para remar en un espectáculo natural único. Los tordos de cabeza colorada, garzas, jacanas, pirinchos, tijeretas y cuervillos acompañan y decoran el paseo. Para los menos arriesgados, hay otros tours en lancha o cabalgatas que permiten apreciar la naturaleza de igual manera. Y para quienes disfrutan el ejercicio, también hay travesías en kayaks.

Iberá es un ecosistema tropical de altísima diversidad y también considerado el segundo humedal más grande del mundo, después del Pantanal. Lo más curioso es que la magia de su origen se remonta a una falla tectónica; hace millones de años la tierra se movió en subibaja, se hizo un abertura y en el lecho del Paraná cobró vida el Iberá. Hoy, es el hogar de cuatro mil especies de flora y fauna. Iberá originalmente fue Yvera, “agua que brilla”, y su nombre -como muchos otros- fue víctima de la castellanización.

Es importante remarcar que está terminantemente prohibido ingresar al agua, ya que hay mucha vegetación acuática, palometas y yacarés. Muchos viajeros se preguntan por la sobrepoblación del yacaré: la explicación reside en que el yaguareté está en peligro de extinción y por ende, es el patrón de la cadena trófica que falta.

Los otros portales que permiten el ingreso al Parque Iberá son: Laguna Iberá, Cambyretá, San Nicolás, Mburucuyá y el futuro San Antonio.

 

Identidad gastronómica

La práctica culinaria por estos pagos es producto de la historia y de las relaciones con el sistema ecológico. Corrientes es un destino que sacia todos los sentidos y conquista, no solo a aventureros, sino también a amantes de la gastronomía, por estar ligada a recursos naturales y a actividades rurales de la zona. La identidad culinaria correntina y la cultura del litoral, a lo largo de la historia, fueron injustamente despreciadas por estar asociadas a Paraguay y a las clases bajas. Sin embargo, esconden una serie de platos caseros únicos que exhiben mezclas de ingredientes regionales, y que no se valen de recetas ni de tiempos de cocción. Se inspiran por lo que mamaron de generación en generación, las enseñanzas de la abuela, la tradición.

Algunos platos típicos característicos de la zona son la yastaca, o asado a la estaca y la mandioca en sus diferentes usos, como el chipá o los buñuelos. El popular Mbaipy -cuya traducción al castellano es casi imposible- también es un ícono del litoral. Es un tipo de polenta, que allí se prepara con queso, morrón, carne vacuna picada y especias. Una joyita al paladar.

Lo sagrado y lo profano se trazan aquí en una línea invisible en la cual la gastronomía se venera de la misma manera que a los santos. La cocina es parte de la tradición y es sagrada.

Rumbo a Iguazú

Del humedal a las cascadas de agua abundante. La ruta que conecta los parques de Iberá con Iguazú implica una travesía en sí misma. La primera parada obligatoria es la de las ruinas jesuíticas guaraníes, que fueron declaradas nada más y nada menos que Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La visita propone un recorrido histórico por la colonización y evangelización del territorio, y es un fiel testimonio de la antigua vida cultural. Para aquellos que quieran viajar en el tiempo y empaparse de cultura, este es el lugar indicado, y se ubica justo en la frontera de Corrientes y Misiones.

Si bien el Parque Iguazú está ubicado en el norte de la provincia y sus cataratas son las más icónicas, hay otra otro punto a agendar en el camino: los saltos de Moconá. Son tres kilómetros de saltos de aguas transversales a su cauce en el Río Uruguay que conforman un espectáculo inaudito.

Finalmente, hacia el norte de Misiones y en el límite con Brasil, se ubican las célebres Cataratas del Iguazú, uno de los principales focos turísticos de la Mesopotamia y el país. Están conformadas por 275 saltos; el 80% de ellos están en nuestro país, donde hay mayor cantidad de senderos, incluyendo el denominado Macuco, que es el más selvático.

La majestuosa e imponente Garganta del Diablo es el mayor de los saltos. Cuenta la leyenda popular que una princesa y un príncipe guaraní desataron la envidia del Diablo, quien, a modo de condena, transformó a la mujer en cascada y al hombre en vegetación. Lo más interesante es que un arcoíris se suele dibujar entre ambos y los chacareros sostienen que es la burla a aquel castigo.

Para ser testigo de este espectáculo único, hay que tomar un tren y luego descender por una pasarela, en una caminata que recorre 1100 metros hasta llegar a los amplios balcones ubicados justo al borde y frente a la imponente Garganta del Diablo. El paseo dura aproximadamente dos horas.

Una joya oculta, fuera del circuito turístico, es la visita a Uruzú. Ideal para los ‘bird watchers’: allí se pueden apreciar más de 240 especies de aves, entre ellas, el escaso pájaro campana. ¿Las coordenadas? El Parque Provincial Uruga-í. El momento conveniente para ir es por la madrugada o durante el atardecer.

Si se ansía probar la comida local, un ‘spot’ recomendado es La Ferinia, un típico barcito brasilero. El ‘must’: comer picaña con farofa y acompañarlo con cerveza.

Flora y fauna

Más de 450 especies de aves y 80 especies de mamíferos para descubrir seducen a cualquiera que esté decidiendo emprender una aventura por el Litoral. Dentro de las especies de aves se destacan los vencejos de cascada, que son los que representan a las Cataratas del Iguazú. Además, algunas especies emblemáticas de la selva misionera, como osos hormigueros y yacarés, se encuentran en peligro de extinción y muchos de ellos se refugian en el hábitat de las cascadas. El yaguareté y el tapir, su principal alimento, también son íconos de la selva atlántica y se esconden por estos pagos.

Si de flora hablamos, no podemos olvidar al palmito y al palo rosa, dos especies protegidas que solo se encuentran aquí y que transforman a esta región en una jungla subtropical única. Son endémicas de la selva atlántica, compartida con Brasil y Paraguay. Sin embargo, en Argentina está el corredor verde de esta especie más extenso, ya que muchas otras zonas fueron deforestadas.

El viaje selvático que atraviesa la Mesopotamia es, sin dudas, uno de los destinos acertados para viajeros curiosos en busca de un poco de aventura. Un abanico de especies, una explosión de flora y fauna para deslumbrarse; desde el avistaje de reptiles y mamíferos, hasta los sonidos particulares de cientos de aves diferentes.

El noroeste es un terreno cuyo encanto cultural se remonta a las raíces de las comunidades guaraníes. Un lugar que deleita a paladares exquisitos con los sabores únicos de sus platos locales, en un ambiente de paz y relajación que desconoce el caos urbano. Suena un chamamé y en un camino de tierra, un gaucho sugiere que mejor que ahí, no se puede estar.

Cómo llegar
El vuelo a la ciudad de Corrientes dura aproximadamente una hora y media; el más conveniente es el de Aerolíneas Argentinas. También se puede volar a Resistencia, Chaco, ya que la distancia a los Esteros del Iberá es casi la misma. Unos 200 kilómetros separan a ambas ciudades de Concepción. Para recorrer la zona y llegar hasta el norte de Misiones, es recomendable alquilar un auto.
Cuándo viajar
En cualquier época del año se puede visitar la Mesopotamia. Sin embargo, el invierno es un momento clave para el avistaje del yacaré en los Esteros, ya que con las bajas temperaturas, el reptil de sangre fría busca calentarse al sol. Además, se puede apreciar la espectacular llegada de algunas aves migratorias que vuelan desde la Patagonia, huyendo del frío. Es el momento ideal para ver animales como la curiyú o la anaconda amarilla, que trepan a los árboles secos para hibernar. Por otra parte, en verano, Iguazú seduce con su ‘boom’ de mariposas.
Dónde dormir
La Alondra es una pequeña casa de pueblo ubicada en Concepción, que cuenta con solo cuatro habitaciones, conectadas a través de una galería y típico patio correntino en el centro. Es el lugar perfecto para experimentar la tranquilidad de la vida pueblerina, no solo por su tamaño, sino también por su diseño ‘chic’ y acogedor. El pequeño bistró de la casa cuenta con un quincho que incluye horno de barro y parrilla, y representa -de manera acertada- la particular gastronomía local.
laalondra.com.ar/concepcion
La Bonita, pionera de este paso turístico. Una posada con mucho estilo, ubicada en la zona de los Saltos del Moconá, en Misiones. En tiempos de hiperconectividad, este ‘spot’ resulta una joyita, ya que sus cabañas, alejadas del bullicio, están envueltas en vegetación y cuentan con deck privado que mira al arroyo Paraíso. Además, es un lugar óptimo para el avistaje de aves tan variadas como tucanes, boyeros cacique y especies locales.
facebook.com/labonitalodge
Qué comer
El yopará es un clásico plato guaraní, y para todo aquel que visite la zona es un ‘must’. Se parece al guiso y lleva -principalmente- maíz amarillo y blanco, poroto colorado, laurel, tomillo, ajo, cebolla, granitos de pimienta negra, zapallo, mandioca y durazno. Es una delicia sin precedentes y tiene la particularidad de cocinarse en una olla de hierro, o bien al horno de barro, y en general se come a modo de ritual: la familia se reúne alrededor del fuego antes de degustarlo.
Otro sabor exquisito que exalta la identidad correntina es el chipá, un bollito que contiene almidón de mandioca, leche, queso, manteca y huevo. Imperdible. Chipá guazú, chipá quesú, avatí o chipá a secas. Se acompaña con mate, y el típico chacarero o local desayuna eso.
Consejo
Es importante tener en cuenta que en esta zona, y sobretodo en los pueblos más pequeños y en los Esteros del Iberá, la señal de internet es escasa o nula. Es un viaje ideal para desconectarse, pero para los viajeros ansiosos, el que avisa no traiciona.