La mezcla de culturas y su cercanía al mar explican porqué Sicilia ofrece un combo irresistible para ‘gourmands’. Alimentos frescos, vinos con historia y una deliciosa pastelería, siempre con un escenario de fondo encantador.
Txt: Laura Piasek Ph: Gentileza restaurantes, bodegas y Unsplash
Muchos de los que la conocen, consideran difícil imaginar otro destino con una propuesta tan tentadora como la de Sicilia: gastronomía variada e irresistible y una interminable lista de atracciones por descubrir, en todos los casos con vistas de película. Por esta combinación es que la isla más grande de Italia, que se caracteriza por ser un verdadero crisol de culturas, se ha convertido en uno de los ‘spots’ preferidos de Europa.
Bulliciosa, alegre, accesible y tan cargada de historia como de sabores, esta joyita del Mediterráneo les da a sus visitantes una experiencia estimulante para todos los sentidos servida en bandeja.
Saboreando de a poco
Cuando se trata de viajes gastronómicos, están los que prefieren dejarse llevar por los aromas y sabores sin atarse a itinerarios preestablecidos, y los que, para no perderse de ningún detalle, se aferran con uñas y dientes a ellos. En un destino tan rico como Sicilia, pareciera acertado combinar una agenda pre-hecha con algo de margen a la improvisación. Sobre todo si lo que se busca es descubrir sin prisa pero sin pausa, su inmenso patrimonio, tanto cultural como culinario.
Para ponerse en sintonía con la gastronomía local, la clave está en dimensionar la cantidad de culturas -griega, bizantina, romana, árabe y española, entre otras- que dejaron su huella en la isla a lo largo de la historia y que han marcado a fuego no solo su idiosincrasia, sino también su cocina. Todo esto, sumado a su enclave privilegiado en la Italia insular, bañado por tres mares diferentes -el Jónico, el Tirreno y el Mediterráneo-, ha dado como resultado que Sicilia pueda jactarse de contar con una de las gastronomías más interesantes del mundo. Pescados, pero también carnes y verduras, además de vinos y postres más que elaborados son parte de los platos fuertes de la región.
Si el recorrido se empieza desde Palermo, la vibrante capital de Sicilia, podremos lentamente empezar a saborear la gran variedad de recetas que se encuentran por estos lares. Aunque a primera vista puede impactar por su aspecto decadente y caótico, esta ciudad muy pronto sabe desplegar sus encantos para meterse al visitante en el bolsillo. Perderse en sus callecitas estrechas es sinónimo de adentrarse en las entrañas de la región. Y es que el espíritu palermitano reúne mucho de todo lo que hace falta para entender porqué Sicilia es tan magnética.
Si hablamos de su propuesta gastronómica, Palermo se caracteriza por ser una de las capitales más interesantes del planeta en materia de ‘street food’. Por eso, recorrer sus mercados callejeros no es una recomendación, sino casi un imperativo para los amantes del buen comer. La Vucciria, Il Capo y Ballaro son las paradas obligatorias para degustar -casi siempre de pie- algunos de los platos típicos: los ‘arancini’ (croquetas de arroz cubiertas con azafrán), los ‘cazzilli’ (croquetas de papa) y los ‘sfincione’ (la emblemática pizza palermitana).
Para los sibaritas que prefieran sentarse y degustar con tiempo, ningún lugar mejor que las ‘trattorias’ locales, donde la propuesta es deleitar la pasta con ‘le sarde’, un plato que mezcla ‘maccheroni’ con una salsa de sardinas, anchoas, pasas e hinojo.
Mar y montañas en Taormina
Recorriendo desde Palermo casi 300 kilómetros hacia el este, se llega a uno de los lugares más populares de toda la región. Hablamos de Taormina, una ciudad que el propio Goethe definió como lo que podría haber sido el “paraíso en la tierra”. Emplazada en lo alto de una montaña con deliciosas vistas al mar Jónico de un lado, y a las montañas, del otro, esta ciudad con forma de terraza que fue invadida hasta el cansancio ofrece tesoros históricos imperdibles. La Catedral, la iglesia de Santa Caterina, el Odeón y el Teatro Griego son tan solo algunas de las construcciones que explican porqué Taormina es una de las preferidas de toda Sicilia. También la isla Isola Bella mucho tiene que ver con que logre sobresalir entre sus vecinas. Esta reserva natural, ubicada a corta distancia del continente y a la que se puede acceder tanto por vía terrestre como marítima, ofrece a los turistas que busquen descansar en medio del recorrido, un lugar privilegiado para disfrutar de playas de postal.
Como suele suceder en todas y cada una de las paradas por esta isla mediterránea, la propuesta gastronómica también es un plan en sí mismo. En este caso, la especialidad son los pescados y nadie puede abandonar esta parte de Sicilia sin antes haber probado sus exquisitos marinados. El Corso Umberto, la calle principal del centro histórico, se convierte en otro de los paseos para no perderse. No solo por la gran cantidad de artesanías locales -principalmente joyas y cerámicas- que pueden conseguirse a lo largo de la misma, sino también por su cafés típicos, ideales para tomar un ‘ristretto’ y degustar un ‘cannoli’, el dulce característico de la región.
De volcanes y delicias
Tras dejar Taormina, la siguiente parada obligatoria es Catania, la ciudad más poblada de toda Sicilia después de Palermo y famosa por ser aquella que duerme a los pies del Etna, el volcán activo más alto de Europa. El recorrido por esta urbe conocida como la “Milán del sur”, que ha sido arrasada -en diferentes momentos de su historia- por terremotos y erupciones volcánicas, conviene empezarlo siempre desde la Piazza del Duomo.
Allí mismo se encuentran dos de sus grandes monumentos: la Catedral de Santa Ágata y la Fuente de los Elefantes. De paso por las calles de la zona, el viajero también tendrá la oportunidad de toparse con algunas de las más de 90 iglesias que forman parte del patrimonio histórico de Catania. En los alrededores del Duomo, no hay mejor programa que buscar un restaurante tradicional para sentarse a degustar el plato del lugar: la ‘pasta alla Norma’, compuesto por una salsa de berenjenas, ricota y tomate. De postre, los helados y granizados son otros de los infaltables en cualquier menú.
Pero la atracción principal de Catania es -sin dudas- el Etna, responsable de su idiosincrasia y también de ofrecerle a toda la zona una amplia lista de productos típicos: vinos, limones, mieles y aceites. Quienes quieran apreciar la belleza de Catania desde las alturas no pueden postergar hasta otra visita la ascensión al volcán. La misma puede hacerse a pie, en vehículo o incluso en un funicular. Los que prefieran, en cambio, descubrir los alrededores del emblemático monte en clave ‘gourmet’, pueden inclinarse por los tours que recorren las granjas agricultoras y los viñedos de altura más característicos de la zona, con variedades únicas como el Nerello Cappuccio, Nero d’Avola, Insolia, Cataratto, Carricante y Minnella.
Viajar en el tiempo
La ruta gastronómica no termina en la vibrante Catania; descendiendo a lo largo de la costa oriental en el sentido de las agujas del reloj, se llega hasta la bella Siracusa.
Visitar a la que supo ser la urbe más rica del mundo heleno es un viaje asegurado en el tiempo. Fundada en el 734 a.C por los griegos, pero más tarde conquistada por romanos, bizantinos, además de árabes y normandos, esta ciudad puede jactarse de haber sido testigo de la historia. Para empezar a conocerla, es necesario entender que está dividida en dos partes: el Parque de Neapolis y la Isla de Ortigia. En Neapolis se concentra una gran parte de los tesoros históricos. Hablamos del Teatro Griego, el Anfiteatro Romano y la Oreja de Dionisio. Pero en Ortigia, además de poder apreciar otra buena parte de atracciones -el Duomo y la Fontana di Artemide, entre los más conocidos- es donde se hace tangible la verdadera esencia Siracusa.
En su paseo marítimo, las caminatas valen doblemente la pena, y en las callecitas del centro histórico, los cafés y restaurantes nos invitan a descubrir sus mejores platos. Concretamente, los pescados ‘a la stemperata’, las gambas, los langostinos, los atunes y las sopas. A la hora de pedir algo para tomar, Siracusa es famosa por su ‘limoncello’, pero también por su vino dulce y su moscato.
Haciendo por última vez las valijas, y principalmente para aquellos que no quieran dejar la isla sin antes conocer su parte central, la coordenada final es Agrigento, más conocida como la “ciudad de los templos”. Y es que justamente es allí donde se encuentra uno de los conjuntos arqueológicos más imponentes de toda la región. Sin embargo, no solo los amantes de la historia caerán rendidos a los pies de esta urbe. Agrigento también es sinónimo de playas extensas con arenas suave y aguas cristalinas para disfrutar con un ‘cciarduni’, dulce típico a base ricota y almendras, en mano.
Abandonar Sicilia con todos sus encantos no resulta tarea fácil. Pero esta región insular del país con forma de bota quedará para siempre en nuestra retina, así como los deseos de volver a visitarla.
Cómo llegar
Desde Buenos Aires, Aerolíneas Argentinas e Iberia ofrecen los vuelos más convenientes para llegar a Palermo, con parada en Roma o Madrid y una duración aproximada de 15 horas hasta el destino final.
Visas
Los argentinos que visiten Italia o cualquier país de la Unión Europea pueden permanecer hasta 90 días sin necesidad de visado.
Moneda
Euro. 1 Euro equivale a 1.16 USD, aproximadamente.
Cuándo viajar
De abril a octubre el clima es agradable para viajar. Evitar julio y agosto si se prefiere convivir con menos turistas. Entre noviembre y enero abundan las precipitaciones.
Dónde dormir
Belmond Villa Sant’ Andrea (Taormina)
En medio de una playa privada de Taormina yace este romántico hotel a puro confort. Emplazado en un elegante edificio del 1800 con espectaculares vistas al mar, el establecimiento cuenta con un centro de spa y un exclusivo restaurante.
belmond.com
Grand Hotel Villa Igiea (Palermo)
Los que busquen un alojamiento con personalidad y excelente ubicación en su paso por la capital siciliana, deberían grabarse el nombre Villa Igeia. Reformado a fines del siglo XIX por el reconocido arquitecto italiano Ernesto Basile, este imponente hotel 5 estrellas referente del estilo ‘art-noveau’ es una verdadera joyita arquitectónica para no pasar de largo. En su interior, cuenta con mobiliario y frescos originales, y por fuera, con amplios jardines.
villagrande.it
Qué comer
Además de los clásicos ‘cannoli’, la cassata siciliana, un bizcocho relleno con ricota de origen árabe, es otra de las razones que explican porqué la pastelería siciliana no tiene nada que envidiarle a la de otras regiones.
Consejos
En las principales ciudades de Sicilia, antes de tomar un taxi conviene siempre pautar de antemano el precio del trayecto.
Para llegar de una ciudad a otra, los autobuses SAIS (saistrasporti.it) son una buena alternativa. Resultan cómodos y los boletos se compran en los kioscos o taquillas de la zona. Otra buena opción es alquilar un auto.